En Halloween, muchas personas consideran la idea de disfrazar a sus animales de compañía.

Sin embargo, no todas las especies lo toleran de la misma manera. Conocer estas diferencias es clave para garantizar su bienestar y evitar experiencias innecesarias o riesgosas.
Perros
Los perros suelen adaptarse mejor al uso de disfraces de Halloween, sobre todo si están acostumbrados desde cachorros y se presentan como parte de un juego. Algunas razas disfrutan de la interacción social y pueden verlo como un estímulo positivo. Eso sí, siempre se debe priorizar la comodidad y seguridad, asegurando que el disfraz no limite sus movimientos ni cause estrés.
Gatos
Los gatos, en cambio, son mucho más sensibles. Un disfraz de Halloween puede incomodarlos, restringir su movilidad natural o generarles un alto nivel de estrés. Incluso pueden intentar quitárselo de manera brusca, lo que aumenta el riesgo de lesiones. Por ello, lo más recomendable es evitar disfrazarlos y optar por otras formas seguras de incluirlos en la celebración.
Otros animales (aves, conejos, reptiles)
En estos casos, disfrazarlos en Halloween no es seguro ni apropiado. Su fisiología y comportamiento hacen que este tipo de prácticas puedan poner en riesgo su salud o causar un gran malestar. La mejor forma de celebrarlos es respetando su naturaleza y proporcionándoles un entorno cómodo y libre de estrés.
En conclusión, aunque algunos perros pueden disfrutar de un disfraz cómodo y ligero, o utilizar accesorios de Halloween, para los gatos y otras especies lo mejor es evitarlo. El bienestar siempre debe estar por encima de la estética o la diversión.





