Si bien es cierto que los gatos son más ariscos y menos cariñosos que los perros, hay ciertos comportamientos que no son normales y a los que debemos prestarles especial atención.
Algunos de los síntomas de que nuestro gato está estresado son:
- Orinar fuera de su bandeja de arena. Podría estar marcando su territorio, pero es probable que tenga estrés o se sienta enfermo.
- Cambios en el apetito.
- Vocalización. Maullar mucho o hacer sonidos parecidos al aullido.
- Esconderse.
- Cambios en su comportamiento habitual.
- Aislamiento.
Si tu gato muestra algunos de estos comportamientos, está siendo muy agresivo con la gente y con otros animales, o duerme más de la cuenta, llévalo con tu veterinario para que sea revisado y se determine la causa de las molestias.