El ojo humano es capaz de percibir tres colores primarios: rojo, verde y azul. Nuestro cerebro recibe diferentes intensidades de estos colores y gracias a esto podemos percibir millones de combinaciones.
Los perros únicamente pueden percibir dos colores primarios: el amarillo y el azul, por lo cual la cantidad de colores que pueden distinguir son menos, pero no ven únicamente en blanco y negro como normalmente se suele creer.
Debido a que el color rojo y verde, por ejemplo, no se encuentran en sus colores primarios, entonces si colocamos una pelota roja en medio de un jardín, nuestro perro tendrá dificultades para distinguirla. Claro que lo más probable es que acabe encontrándola debido a su excelente olfato.
Además, los perros tienen un campo de visión de 150 grados y una gran sensibilidad para distinguir objetos en movimiento, con lo que compensan su falta de percepción de colores comparada con los humanos.