El invierno puede ser duro para las almohadillas de tu perro.
El frío extremo, los suelos húmedos o con sal, y los cambios de temperatura pueden causar resequedad, grietas o incluso dolor al caminar. Pero con unos simples cuidados, puedes mantener sus patitas sanas y protegidas.
Después de cada paseo, limpia sus patas con una toalla húmeda para eliminar restos de sal o suciedad. Sécalas bien, especialmente entre los dedos. Puedes aplicar bálsamos específicos para almohadillas para mantenerlas hidratadas y evitar que se agrieten.
Si notas cojera, enrojecimiento o heridas, es importante acudir a revisión. Recuerda que las patas son su contacto con el mundo y merecen atención durante todo el año, pero aún más en invierno.
¡Su bienestar empieza desde sus pasos!





