Hoy queremos platicarte un poco sobre los microchips para perros y gatos extraviados de los cuales seguramente has escuchado hablar. Posiblemente tienes algunas dudas y en este artículo trataremos de aclarar las más frecuentes.
Estos dispositivos constan de un pequeño microchip encapsulado en una cobertura de vidrio estéril que evita que el organismo de tu mascota entre en contacto con la parte electrónica.
Son del tamaño de un grano de arroz y vienen dentro de una jeringa que se utiliza para inyectarlos en la piel del animal.
Se pueden colocar ya sea cerca del cuello o bien, en la zona de la cruz (en el lomo, cerca de la cabeza).
Están diseñados para no moverse dentro del organismo una vez colocados en posición y no necesitan de mantenimiento ni de remplazo durante toda la vida del portador.
Cabe mencionar que, a diferencia de los collares que cuentan con dispositivos GPS, los microchips no tienen la capacidad de mostrar la ubicación geográfica de tu mascota.
Su función es almacenar un código único asignado a tu mascota, similar al código de barras utilizado en los productos de una tienda.
Al colocar el microchip el veterinario te pedirá todos tus datos (y los de tu perro o gato) y los almacenará en un registro de una base de datos que estará ligado al identificador que fue inyectado.
De esta forma, en el lamentable caso de que tu mascota se pierda, la persona que la encuentre podrá asistir a algún veterinario, quien con un escáner obtendrá el código y podrá acceder a todos tus datos.
Debido a lo anterior es importante que, si cambias de domicilio o de teléfono, realices la actualización de datos de tu registro.
El costo aproximado de uno de estos microchips es de $1,500 pesos que pueden llegar a salvarle la vida a tu “mejor amigo” en un caso desafortunado.
Acude a tu veterinario para solicitar más información al respecto y tomar una decisión bien informada.